El gato es un paciente muy particular que requiere unos cuidados específicos.
El auxiliar debe conocerlos y transmitirlos al propietario para favorecer el manejo del animal.
En los últimos tiempos, la popularidad del gato ha aumentado considerablemente como mascota. La población felina va en aumento y la cantidad de personas que adoptan a un gato como un compañero, e incluso más de uno, cada vez es mayor. Actualmente, vivimos en casas más reducidas, pasamos más tiempo trabajando y nuestro amigo felino se adapta perfectamente a vivir en espacios pequeños y a nuestras largas ausencias durante el día.
Tanto el traslado al veterinario, con la recepción, el manejo, la hospitalización y la vuelta a casa del gato son muy diferentes a los del perro. Por ello, es fundamental, conocer cuáles son las diferencias y la implicación médica que pueden tener, no solo para poder llegar a un diagnóstico certero e instaurar un tratamiento adecuado, sino también para evitar confusiones que puedan poner en riesgo la vida del paciente felino.
Teniendo en cuenta la relevancia del gato en la medicina veterinaria actual, es interesante que el personal implicado en el manejo tenga unos mínimos conocimientos para transmitirlos o ofrecerlos de una manera adecuada.
-Antes del traslado al veterinario.
Antes del traslado, sería interesante tener claras algunas pautas para poder aconsejar al propietario y que su salida sea lo menos traumática posible. El comportamiento de los gatos que acuden a la consulta difiere del de los perros en muchos aspectos, pero, especialmente, en la facilidad con la que se estresan y la susceptibilidad a sufrir un choque neurogénico debido a la liberación de adrenalina; por lo que el manejo del estrés es crucial para la realización de una buena práctica médica en estos pacientes.
El manejo del estrés en los gatos debe comenzar desde que salen de casa, utilizando los medios de transporte que proporcionen seguridad al paciente y al mismo tiempo permitan una ventilación adecuada. Antes de salir de casa, podemos aplicar feromonas sintéticas en spray en el interior del transportín o del medio de transporte que hayamos elegido (pulverizar el transportín 15-30 minutos antes de introducir al animal). Lo ideal es habituar al gato a entrar y salir del transportín y que sea el mismo quien lo haga. Podemos realizar una habituación previa colocando comida en su interior, y convirtiéndolo así, en un espacio que no resulte aversivo para la mascota.
-Durante el traslado al veterinario.
Lo ideal sería aconsejar al propietario que cubriera el transportín (con una manta o toalla) con la finalidad de disminuir el estrés; y es que no podemos olvidar que, actualmente, la mayoría de los felinos apenas salen de casa.
-Una vez en el veterinario.
Cuando el felino llega a la clínica, el consejo siempre irá encaminado a causarle el menos estrés posible. Una vez en el centro, se deben evitar ruidos y movimientos bruscos que estresen aún más al paciente. Tampoco hay que olvidar tomar medidas necesarias para evitar que escape o se esconda en lugares poco accesibles.
La situación ideal sería la de tener habitaciones o salas de espera separadas para cada especie.
una vez en la consulta, nuestra actitud siempre será tranquila, evitando la presencia de otros animales y los ruidos inesperados que pueden resultar amenazantes.
Destaparemos el transportín y, si el gato sale por sí solo, podemos observar la actitud del animal y la postura que adopta para hacernos una idea de su carácter. Podemos preguntar al propietario si está habituado a las manipulaciones, si permite el contacto con desconocidos, cuáles son las experiencias anteriores, etc.
El grado de sujeción que requiere un paciente dependerá del procedimiento que se desee realizar y del temperamento de cada gato. Es importante recordar que los felinos son ágiles y rápidos, además de que poseen unas uñas y colmillos afilados que pueden causar lesiones graves en la persona que los maneja si no se hace de la forma adecuada. El uso de toallas nos puede proporcionar grandes ventajas a la hora de manipular al animal. Es esencial identificar su comportamiento observando a los pacientes ambulatorios y hospitalizados para poder decir el tipo de manejo y sujeción que requieren los mismos.
-Examen físico general.
El examen físico general siempre deberá realizarse de forma sistemática y ordenada para no conducir a un diagnóstico erróneo. Solo en casos particulares será necesario practicar un examen físico más especializado.
Con la finalidad de poder detectar alteraciones en el examen físico en un gato se debe considerar que no es un perro pequeño y que difiere de esa especie en los rangos de referencia de las constantes fisiológicas y en la palpación de algunos órganos.
·Uso del termómetro.
Se recomienda lubricar el termómetro antes de su uso e introducirlo de forma lenta, puesto que descuidar este simple gesto puede provocar una reacción dolorosa que perdure en el tiempo.
·Vacunaciones.
Las vacunas y algunos fármacos se conservan bajo refrigeración, por lo que deberían ser atemperados con anterioridad. La inyección debe realizarse en zonas poco dolorosas y hacerse de forma lenta, sujetándolo con la intensidad mínima para que el animal no se mueva al pincharlo. Igualmente podemos ofrecerle algún tipo de comida apetitosa antes de proceder a la inyección y mantener la comida durante la misma.
-Estancia en el hospital.
Muchas de las enfermedades de los gatos requieren hospitalización, puesto que la atención en casa para la vida o mejoría del paciente es un riesgo. Son individuos cuyas condiciones metabólicas y balance eletrólitico requiere un monitoreo constante, que necesitan terapia nutricional que únicamente es factible administrar en forma hospitalaria y los fármacos que se les proporcionan, en ocasiones, requieren su administración por vías alternativas a la oral.
Tras el examen físico, si el animal va a quedarse hospitalizado, aprovecharemos, si lo hemos sedado, para colocar un catéter. Debemos asegurar correctamente el catéter para que cuando se despierte no se lo arranque, y además colocaremos un gotero largo que facilite la administración de medicamentos sin tener que manipularlo continuamente.
Si las instalaciones lo permiten, lo ideal es que la zona de hospitalización de gatos esté separada de la de perros, aunque existen alternativas como tapar las jaulas para que los gatos no se estresen.
Las puertas siempre se mantendrán cerradas y, en presencia de los pacientes el personal cualificado siempre hablará con voz suave. Podemos colocar difusores de feromonas sintéticas para minimizar estrés.
En cada jaula colocaremos un arenero acorde con el tamaño y características del gato, y podemos utilizar estructuras que permitan al felino trepar, esconderse o refugiarse.
En relación a las manipulaciones, estas deberían ser las mínimas posibles, agrupando medicaciones y el control de constantes.
Durante la estancia en el hospital el animal se puede comportar de forma agresiva o con miedo o incluso mostrar signos de anorexia. En todos los casos son la consecuencia del estrés y del dolor.
Los animales manifiestan el dolor de diferentes maneras, bien sea mediante la inquietud, las vocalizaciones, la apatía o la inactividad. El miedo puede ser el resultado de experiencias traumáticas y la anorexia se ve influenciada por el estrés que conlleva la aparición de un fenómeno muy marcado en felinos denominado neofobia alimentaria (rechazo por el alimento nuevo o desconocido).
-La vuelta a casa.
Tras la estancia en el hospital, debemos advertir al propietario que el gato puede manifestar síntomas de adversión hacia otros miembros de la casa, y aún más si en la vivienda existen más gatos. El animal ha sido manipulado por personas extrañas y la adaptación al hogar puede ser, en un principio, lenta.
A veces, es necesario llevar a cabo un protocolo de reintrodución mediante una separación de los gatos que convivan en el hogar y, posteriormente, un intercambio de territorios, realizando una habituación al olor, al contacto visual y, por último, al contacto físico.
-Conclusión.
En resumen, es importante habituar al gato, no solo a los traslados en transportín, sino también a las exploraciones y manipulaciones llevadas a cabo por el personal cualificado, ya que todo ello da como resultado un manejo adecuado y una correcta aceptación por parte del felino.
Auxiliar Técnico Veterinario: Cristina López Algaba
Información recogida de la revista ATVS
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